“El valor de la palabra”(15-05-2016)

En nuestro país la palabra dada ha tenido siempre un alto valor y ha supuesto un compromiso, que aunque no figurase escrito en ningún papel, era de obligado cumplimiento, al menos para todos aquellos que pretendían considerarse y ser considerados como “personas de bien”.

Por desgracia, estas costumbres y valores están cambiando día a día, en los ciudadanos, y como consecuencia, en los políticos, que no dejan de ser meros ciudadanos, y que aunque debieran ser el ejemplo para los primeros, no siempre es así, al menos en la defensa de los valores.

El ya viejo principio de que “el fin justifica los medios” esta arrinconando la defensa y la práctica de esos valores que constituyen la espina dorsal de la convivencia y pasan a un lugar secundario cuando suponen la renuncia a la obtención de un beneficio particular, por encima del bien común y general e incluso en contra de este.

Aún no ha comenzado legalmente la campaña electoral y ya se empieza a oír frases y promesas, que pronunciadas durante la campaña anterior, fueron reinterpretadas e incumplidas en el periodo poselectoral y esta práctica no afecta a un solo partido sino que, en mayor o menor medida, les afecta a todos.

Se está hablando mucho estos días del coste de la campaña electoral y del cómo reducirlo, pero las preguntas que yo me hago son las siguientes:

¿Para qué sirve una nueva campaña electoral, si creo que más ó menos todos los ciudadanos conocemos “el fondo y la forma” de los partidos que concurren, la validez y compromiso de las manifestaciones y promesas efectuadas durante la campaña son inexistentes y desde luego no vinculantes para quien las pronuncian? ¿Para qué destinar pues tiempo y dinero a algo que muy poco ó nada va a aportar?

La única justificación que encuentro para esta nueva campaña es que todos los que concurren a estas nuevas elecciones, y por supuesto a las futuras, detallen con exactitud y sin generalidades imprecisas que a todo se adaptan, cuales son los objetivos que comprende su propuesta de gobierno respecto de todos los aspectos importantes y cuales los procedimientos que tienen previstos para conseguirlos y desde luego el compromiso de cumplimiento de todas sus promesas y propuestas. Y destinar para ello dos o tres programas televisados, con o sin debates, y dejar así un testimonio fácilmente comprobable. Para ello no hace falta mucho tiempo ni muchos recursos.

Si de algo estamos hartos los ciudadanos es del “donde dije digo, digo diego” al que nos tienen habituados y sería muy de agradecer que la nueva forma de hacer política, a la que muchos hacen referencia, acabase precisamente con eso, entre otras cosas, claro.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL.

“¿Filtraciones ó bulos?”(2-6-2016)

Hace unos meses ya me refería precisamente al tema de las filtraciones de los sumarios que habían sido declarados secretos por los jueces encargados de su instrucción y de las extralimitaciones que, apelando al derecho y libertad de información, se venían produciendo al publicar el contenido de los mismos.

Nuevamente estos días nos encontramos ante uno de estos casos y como siempre se da por bueno el derecho de un periodista o de un medio de comunicación a difundir unas noticias sin cuestionar si con ello se han vulnerado preceptos y normas.

Pensar que en la publicación no concurren normalmente multitud de intereses por parte de todos los implicados resulta, en mi opinión, inexacto.

En el origen de la filtración suele haber, en unos casos, una intencionalidad de afectar al desarrollo de algunos acontecimientos y/o opiniones ciudadanas, y en otros simplemente, motivos económicos.

En el caso de los difusores de las filtraciones, el periodista no realiza su función informativa desde el anonimato, sino que busca el beneficio de la notoriedad y la fama y el medio no lo publica en un panfleto gratuito, sino que busca incrementar sus ventas y popularidad y con ello sus ingresos.

Está claro pues, que de altruismo y motivación por el deber de información, “la mitad de la mitad” y que median siempre otros intereses menos elevados y puros.

Además todo el mundo da por hecho de que se trata de una filtración real, procedente de órganos ó instituciones competentes y fidedignas, pero ¿y si se tratase de medias verdades, informaciones maquilladas o recortadas o incluso de auténticos “bulos” difundidos por una persona ó un periodista, con una intencionalidad y objetivos poco justificables y amparados en el secreto y protección de las fuentes al que apelan siempre los profesionales? Cuando un periodista se niega a destapar sus fuentes es imposible saber si en realidad estas existen ó si por el contrario se trata de informaciones inventadas por motivos muy diversos e inconfesables.

El efecto sería el perseguido con la difusión  y cuando meses después se pudiese comprobar la inexactitud ó la falsedad de la información, poco importaría ya y pocos dedicarían un mínimo esfuerzo a poner al descubierto a sus autores.

Pocos, por no decir ninguno, son los casos conocidos de “filtradores” de secretos que hayan sido juzgados y condenados, lo que justifica sobradamente el escepticismo.

Se que muchos profesionales se escandalizaran simplemente con el hecho de que se hable de esta posibilidad, pero en mi opinión,  hay que reconocer que se trata de algo posible y por lo que vemos día a día en este país, incluso probable en algunos casos y pone de manifiesto las contradicciones que concurren entre algunos derechos y deberes, tal y como los tenemos actualmente regulados.

¿Y qué decir de la precipitación en dar por buenas estas informaciones por parte de los políticos?

Pues no me cabe ninguna duda de que en todos los partidos hay quienes en el primer minuto ya dan por buena cualquier información que les permita atacar y vapulear al contrario pero, al menos los líderes de estos mismos partidos deberían mostrar un mínimo de prudencia y mesura y no precipitarse al manifestarse e incluso a actuar, dándolas por buenas y ciertas, pues esta precipitación pone de manifiesto una posible falta de prudencia, incluso de madurez, para gestionar otras situaciones más graves si se les llegase a encomendar tareas de gobierno.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL.

“Las prioridades”(9-6-2016)

Estamos asistiendo nuevamente a intentos de acabar con la enseñanza concertada por parte de algunos gobiernos autonómicos y conseguir de esta forma el que todos aquellos ciudadanos que no dispongan de los medios económicos suficientes, se vean obligados a llevar a sus hijos a los centros de enseñanza públicos, aunque no les guste la enseñanza que allí se imparte ó simplemente no sea su preferencia educativa.

Sin entrar ahora en que eso constituye finalmente un ataque a la libertad de elección de centros por parte de los padres, tal y como viene consagrado en la Constitución, no conviene que olvidemos que detrás de todo ello existe una intención de controlar la enseñanza y sus contenidos y que los resultados de esos “adoctrinamientos” que persiguen algunos partidos los hemos visto recientemente con la educación que se ha impartido en algunas Comunidades Autónomas, muy en consonancia con la ideología política de sus gobernantes, con contenidos tendenciosos y muy alejados de la verdad, y con intenciones claramente anticonstitucionales.

Pero no se limita a este ámbito de las autonomías ese intento de control de la enseñanza y así se encargan de proclamarlo algunos líderes de los partidos que concurren a las elecciones del 26-J, aunque de momento suavicen y maticen sus declaraciones, para no espantar a algunos electores.

Sería bueno que se informara al ciudadano, al margen de ideologías, sobre la realidad de la enseñanza concertada, su labor social, que es elegida por sus usuarios y no impuesta y el enorme ahorro que para el estado supone su existencia.

El coste por alumno en esta enseñanza es, según algunas informaciones, entre un 40 y un 50% más barato que en la enseñanza pública, al margen de la inversión en construcción de centros, y no es ni mucho menos porque sea de inferior calidad, aunque no es mi intención entrar ahora en este aspecto.

El intento de hacerla desaparecer conlleva la necesidad de aumentar las plazas de la enseñanza pública en igual medida que las que se destruyan en dicha enseñanza concertada.

Supone pues un gasto adicional en centros de enseñanza, en plantillas de profesorado y otros aspectos, que además de resultar innecesarios por estar ya cubiertos, no creo que constituya la manera de reducir el déficit en los presupuestos de las administraciones.

Supone también el destinar recursos a una necesidad ya cubierta, cuando no está resuelto que hacer para garantizar el pago de las pensiones, la sanidad, la ayuda a la dependencia  y un largo etc. que es urgente y necesario solucionar.

Queda pues de manifiesto cuales son los objetivos prioritarios para algunos, que no es esa lucha por mantener el estado del bienestar y la atención a los más necesitados como no cesan de repetir, sino el intento de conseguir por cualquier medio el adoctrinamiento de los ciudadanos, si es posible con contenidos como mínimo partidistas y en cualquier caso sin respetar la pluralidad de ideologías y pensamientos.

La educación es una de las materias transferidas a la competencia de las comunidades Autónomas y no parece que eso pueda tener una marcha atrás, al menos de momento, pero si sería conveniente, sea cual sea el resultado de las próximas elecciones, una mayor vigilancia por parte del estado del ejercicio que hacen de esa competencia y un acuerdo, sino unánime al menos mayoritario, sobre el respeto a la verdad en los contenidos y a la posibilidad de elección del modelo, en iguales o similares condiciones, por parte de los ciudadanos y a evitar “adoctrinamientos” en cualquier sentido, financiados con dinero público.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL.

“Los motivos del voto”(13-7-2016)

Resulta difícil saber cuáles han sido los motivos que han llevado a los votantes de un partido a otorgarle el voto en unas ocasiones y a cambiar de voto o simplemente a abstenerse en otras, y además serán muchos y muy diferentes para unos u otros.

Poco después de las elecciones, Pablo Iglesias en una de sus comparecencias afirmó que los malos resultados de la coalición de Unidos Podemos se debía a que muchos de sus votantes les habían apoyado cuando no tenían posibilidades de ganar las elecciones ni de gobernar, pero que en esta segunda ocasión, que si tenían posibilidades de lograrlo, se habían asustado, porque no los quieren en el gobierno y les habían retirado su apoyo.

Unos días después, la explicación que brindó fue mucho más descafeinada y señaló que los ciudadanos “tenían miedo de lo nuevo”.

Está claro que la primera explicación suponía el reconocimiento de una circunstancia muy grave para la coalición, que es ni más ni menos que el hecho de que los ciudadanos solo los quieren para que incordien en la escena política, pero en ningún caso los quieren ver gobernando, tal es la fe que tienen en ellos, y supongo que el resto de “socios” no vería con agrado esa explicación, que a mí, por cierto, me parece muy razonable y posible, teniendo en cuenta nuestro carácter.

La segunda explicación carece de toda base puesto que creer que lo que ellos  propugnan es nuevo y desconocido no es cierto. Tenemos una historia mundial muy reciente y el ejemplo actual de países como Cuba, Venezuela, etc. y suena a intento de salida desesperada de una situación embarazosa.

No creo que haya que pasar por alto lo que comente hace unos días respecto de las manifestaciones de Pablo Iglesias y su deriva ideológica durante la campaña, que parecía estar disputándole el espacio político, no ya a la social democracia, sino incluso al centro derecha, en un intento de suavizar todas las manifestaciones que han venido haciendo desde su irrupción en política y con una intención clara de, por una parte ahuyentar el miedo de muchos votantes respecto de su formación, y por otra de querer abarcar a todo el espectro de ciudadanos, como los jarabes de los charlatanes de feria que lo curan todo, y el Sr. Iglesias debería saber que eso es imposible y puede tener consecuencias imprevistas.

En una entrevista radiofónica llegó a decir, cuando el entrevistador puso de manifiesto sus contradicciones, que su ideología era para las tertulias y debates con los amigos, pero que para gobernar los planteamientos eran otros, al parecer los que le pidieran en cada momento.

Este mismo programa político me llamó la atención en la candidata de Podemos al Ayuntamiento de Sevilla que cuando le preguntaron por su programa  afirmó con toda naturalidad “nosotros no tenemos programa. Simplemente haremos lo que los ciudadanos nos pidan”. No sé si cabe una muestra más clara de populismo.

Lo que también parece muy claro es que si los resultados conseguidos hay que entenderlos como un fracaso, uno de los padres de la criatura, el principal sino el único, es Pablo Iglesias, pero de asumir las responsabilidades parece que de momento nada, a pesar de haberlo anunciado. Lo que si hay es el aviso “democrático” a Iñigo  Erejón por parte del secretario de organización Sr Echenique, para que se esté quieto y calladito si no quiere perder “el amor que le profesan”.

Vaya Sr. Iglesias, que en lo de “huir de las dimisiones” y en la falta de democracia interna tampoco van de nuevos en Podemos.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL

“Nada es casualidad”(01-08-2016)

Comenzó con Zapatero y desde entonces no ha dejado de aumentar.

Cuando Zapatero llegó a la presidencia fue consciente de que había sido gracias a una casualidad, el atentado del 11-M  muy bien manejado por los medios de propaganda y convocatoria del partido, pero que esa no era una situación perdurable en el tiempo si no se aplicaban otras medidas complementarias.

Se comenzó con los acuerdos para aislar al P.P. con un “cordón sanitario” de forma que se excluyera de cualquier pacto y se le fuera “demonizando” vinculándolo a la dictadura franquista, a las más rancias tradiciones religiosas y en la medida de lo posible al bando golpista de la guerra civil reavivando una “memoria histórica” que los españoles habíamos conseguido superar con la llegada de la democracia para dejar paso a una democrática defensa de ideologías diferentes y a simples rivalidades políticas, sustituyéndolas por odios y fobias reavivadas con el único objetivo de tratar de recuperar un electorado que no conseguía motivar de otra forma.

Durante más de 12 años, desde la izquierda se ha estado propagando en torno al P.P.  una falsa idea de partido de “extrema derecha”, enemigo de la clase media y baja y defensor de la oligarquía económica, al que había que combatir con todos los medios disponibles y con el que no cabían pactos o acuerdos, únicamente expulsarlo de la política y del gobierno de las instituciones.

Se han difundido hasta la saciedad mentiras y medias verdades que, con ayuda de la crisis económica, han conseguido atribuir a este partido la autoría de multitud de carencias que ahora sufrimos.

Por eso no es casualidad lo que está ocurriendo en estos dos últimos años en España. Por un lado, los jóvenes en general escuchan la propaganda en contra del P.P. que lo señala como incapaz para solucionar los problemas del país y su calificación como partido corrupto. Pero por otro lado han visto la herencia que ha dejado el P.S.O.E., a pesar de no querer reconocer ninguna responsabilidad y ven también el comportamiento de muchos de sus dirigentes y su implicación en casos muy graves de corrupción a pesar de que intenten atribuir en exclusiva estas prácticas  al P.P.

El resultado es, por un lado la aparición de Podemos, como aglutinante de ese descontento general, que agrupa a ciudadanos de muy diferente ideología y motivaciones, pero con el denominador común de buscar un cambio en el panorama político, intentando expulsar a la “casta”. Por otro lado el PSOE es ahora prisionero de sus palabras y no sabe cómo justificar ante sus votantes que la formación de un gobierno en España pasa por una abstención y no por un bloqueo al partido vencedor de las elecciones, que a lo único que conduciría es a unas terceras elecciones, con un riesgo seguro de retroceso en los apoyos obtenidos y un nuevo riesgo de verse superado por la izquierda.

¿Cómo explicar ahora que en democracia es fundamental el respeto a todos los partidos y voluntades y que no procede la expulsión de nadie si no es por causas legalmente establecidas, que no se dan por el momento?

¿Cómo explicar a sus votantes que nuestro estado del bienestar es el resultado de las aportaciones de todos los gobiernos que ha tenido nuestro país y no está justificado el modificar ó el suprimir los cambios solo porque ha sido otro el promotor de los mismos en lugar de hacerlo en función de su conveniencia y utilidad ó no?

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL

“¿Seguimos igual?” (22-6-2016)

Han pasado seis meses desde las anteriores elecciones y hemos oído a todos los políticos repetir hasta la saciedad que los ciudadanos se habían pronunciado en contra del bipartidismo y pedían negociación, dialogo y acuerdo entre los partidos para formar gobiernos sin mayorías absolutas.

Con respecto al bipartidismo parece que si es una conclusión válida y se han conformado un total de cuatro partidos con clara predominancia sobre el resto, si contamos como un partido a Podemos que, al margen de su coalición electoral con Izquierda Unida, es en si mismo un conglomerado de distintas fuerzas políticas, algunas con ámbito nacional y otras de ámbito más reducido.

Con respecto a la exigencia de los votantes respecto de la negociación, dialogo y acuerdo, no sé si se trata de un requerimiento de los votantes o simplemente la constatación de la necesidad ineludible de que eso se produzca si se quiere llegar a algún acuerdo que permita la formación de un gobierno.

Pero sean cuales sean las conclusiones a extraer de los resultados de las elecciones del 20-D,  a cuatro días de las nuevas elecciones poco parece haber cambiado y los partidos siguen con idénticas ó muy parecidas premisas, aunque quizá algo más radicalizadas, se justifican en su actuación a los largo de estos seis meses, y no parecen haber hecho propósito de la enmienda, si exceptuamos a D. Pablo Iglesias, que en sus manifestaciones personales, no las de su partido, se ha desplazado ideológicamente tanto, que algunas veces parece estar disputándole el espacio, no ya a la social democracia, sino al centro derecha.

Respecto de los votantes y si hacemos caso a las encuestas, muy poco han variado sus posiciones y preferencias y lo único que puede aparecer de novedoso, es un posible incremento de la abstención, lo cual, independientemente de que favorezca ó perjudique a unos u otros, no es una buena noticia en el ámbito del ejercicio de los derechos cívicos.

Con todos estos mimbres, no se puede ser muy optimista respecto de lo que nos depare el 26-J y muy posiblemente veremos repetidos muchos acontecimientos, poco útiles y menos gratificantes.

Pero no es esto, en mi opinión, lo único preocupante, independientemente de lo tremendo que es la posibilidad de llegar a unas terceras elecciones, que parece que se descarta por parte de la mayoría de los partidos, lo que sí es seguro es que en el futuro, cada vez que haya que renovar el gobierno,  podemos ver repetidos los mismos acontecimientos ó muy similares.

Si fuera así, puede que muchos vuelvan a añorar el bipartidismo, aunque lo que parecería más razonable, es que se modifique nuestro actual sistema electoral y se establezca un sistema de doble vuelta, como el que existe en otros países, que obligue a las coaliciones previas y los resultados electorales sean claros, efectivos y directos.

Eso eliminaría también la pérdida de los votos que se dan a las fuerzas minoritarias, que es otra de las reivindicaciones de los partidos.

Pero para reformas legislativas de tanto calado hacen falta acuerdos amplios de muchas fuerzas que, hoy por hoy, no parecen fáciles.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL

“Un problema endémico” (6-6-2016)

Hace unos días, después de las elecciones del 26-J, un ex ministro socialista de los tiempos de Felipe González decía que no debería haber nadie en política que no tuviese un trabajo donde volver cuando abandonase el cargo.

El comentario lo hacía precisamente cuando se estaba hablando de Pedro Sánchez y su equipo, pero es aplicable a todos los partidos sin excepción.

Existen muchas razones para esta afirmación pero me referiré solo a dos de ellas, las que para mí son más importantes.

La primera, y a la que creo que quería hacer referencia el ex ministro, es que una persona que no tiene otro medio de vida que la política, se aferra a su puesto y encamina todas sus acciones y prioridades a su permanencia en él, ya que sabe que no tiene otra alternativa.

La segunda y para mi tan importante ó más que la primera, es que una persona que carece de otro medio alternativo de vida, no parece en general que sea una persona lo suficientemente cualificada como para desempeñar funciones relevantes y de grave responsabilidad.

Los ciudadanos somos bastante paradójicos, no vemos inconvenientes en situar a personas en puestos de responsabilidad, con la misión de administrar enormes sumas de dinero que son las que tienen que sostener nuestro estado del bienestar, con todo lo que eso incluye, y a esas mismas personas no les confiaríamos ni la administración del más pequeño de nuestros bienes propios.

Quizás la razón de ello es esa idea que parece tener mucha gente de que el dinero público no es de nadie y además parece ser de cuantía ilimitada. Lo malo es que no es ni mucho menos así, el dinero público es el que el estado recauda con los impuestos que nos cobra a todos los ciudadanos, y lejos de ser ilimitado, al contrario, es escaso e insuficiente para atender todas nuestras necesidades y hay que  priorizarlas. De ahí la enorme importancia que tiene elegir a personas suficientemente preparadas y capaces para administrarnos y gobernarnos.

Por supuesto que dentro de esa buena gestión está la honradez y no solo por el dinero que los corruptos se llevan sino que para llevárselo, normalmente en comisiones, tienen que repartir prebendas mucho más substanciosas.

Pero, ¿Cómo luchar contra esta realidad? Está constatado que los políticos y las personas capaces en general, se rodean de personas aún más capaces para conseguir alcanzar los objetivos fijados, que no son los de mantener el puesto al precio que sea, mientras que los incapaces, por miedo a ser desbancados de sus cargos, se rodean de personas más incapaces todavía, en un intento de hacer bueno lo de “en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey”.

En los primeros años de nuestra democracia, las cortes estaban compuestas por las mentes más brillantes del país. Discrepantes en ideología, por supuesto, pero con un nivel intelectual y cultural, una formación y unos principios éticos que ya casi nadie recuerda.

No sé si la solución será quitarle poder a los partidos para dárselo a los candidatos y de esta forma evitar ese tipo de dictadura ó partitocracia. Si será que los ciudadanos nos quitemos la venda de los ojos y empecemos a exigir a todos, administradores, políticos, funcionarios, ciudadanos etc. la misma corrección independientemente de que los consideremos “nuestros” ó “contrarios”, pero lo que tengo muy claro es que ó nos aplicamos en la búsqueda de una solución efectiva ó vamos a llegar a una situación en la que lo que hoy ocurre nos parecerá Jauja.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL

“…..Y los ciudadanos hablaron.”(29-6-2016)

Dice la sabiduría popular que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.

No hay que ser un experto para en base a los resultados, intuir cuáles son los deseos de los ciudadanos está muy claro, han descendido todos los partidos que se consideran alternativa al P.P. y se consolida este con su líder Mariano Rajoy y ello a pesar de los ataques permanentes por parte del resto de fuerzas políticas con la colaboración de muchos de los medios de información.

A pesar del descenso de la participación en un 3%, el P.P. no solo no ha perdido escaños, como vaticinaban todas las encuestas, sino que los ha aumentado, pero lo que es más importante, al margen de que se pueda ver beneficiado por la ley de D´Hont, ha incrementado en más de seiscientos mil sus votos, como ejemplo claro de ratificación por parte de los ciudadanos a sus propuestas y a su actuación en estos seis meses,  y como ejemplo de seriedad y responsabilidad en medio del “circo” que se había  montado.

Pedro Sánchez dice estar muy contento por haber superado el “sorpaso”, pero haría mal no asumiendo la realidad, que ha perdido votos y escaños, en un claro rechazo a sus políticas, a su reciente comportamiento y sus aspiraciones, y carece de sentido seguir alimentando la ambición de ocupar la presidencia del gobierno, como así lo han visto otros dirigentes de su partido que manifiestan sin ningún tipo de ambages que el sitio del PSOE es la oposición y una refundación del partido, que es una manera educada y discreta de cuestionar la permanencia del actual secretario general y de su equipo.

Lo de Unidos–Podemos ha sido espectacular. De mantener fundadas esperanzas, según las encuestas, de superar al PSOE y estar en condiciones de formar un gobierno con el apoyo de este, han pasado a mantener los diputados que tenían anteriormente, habiendo perdido más de  ¡Un millón cien mil votos! No sé cual hubiese sido el resultado si no llegan a ir en coalición con Izquierda Unida, pero también este partido tiene que reflexionar sobre el resultado de esta coalición, que va a tener un coste muy alto para el partido y que era muy cuestionada por algunos de sus dirigentes, que finalmente se ha demostrado tenían razón.

Y ¿qué pasa con Albert Rivera y Ciudadanos? Pues que de momento, lejos de reconocer que muchos votantes no apoyan su actuación y manifestaciones recientes, lo que ha motivado la perdida un número importante de apoyos, se dedican a justificar sus malos resultados en los efectos de la ley D´Hont y no parece, al menos por ahora, que estén dispuestos a contribuir a la gobernabilidad. Encastillados en sus planteamientos se atreven, desde sus 32 escaños, a mantener su petición de retirada al candidato del único partido que se ha visto claramente reforzado en estas elecciones, como condición para el apoyo, a un gobierno del P.P. ó simplemente para la abstención,

¿Se imaginan lo que hubiéramos tenido que escuchar si en lugar de ser el PP el objeto de este acoso, lo hubiese sido alguno de los otros partidos?.

Con los resultados actuales, una política responsable pasa por no bloquear lo que la lógica impone, contribuir a la gobernabilidad y posibilitar que el partido que ha sido ratificado como ganador pueda formar gobierno, con coaliciones ó sin ellas, con exigencias de algunos compromisos ó no, pero sin olvidar que esas exigencias no pueden ir tan lejos como para exigir al vencedor que, en vez de hacer su política y llevar a cabo sus propuestas, haga y lleve a cabo las de otros.

Optar por una dinámica de bloqueo a todo lo que no sea la propia ideología no es una política sensata, ni razonable, ni por supuesto democrática y nadie debe tener duda de que quien actúe así, más bien pronto que tarde, lo terminará pagando.

Una cosa es defender unos objetivos políticos y de gobierno y otra muy diferente el contribuir al desgobierno  como resultado del fracaso en unas aspiraciones injustificadas.

El P.P. por su parte, no debería olvidar que tiene también una tarea de limpieza y regeneración pendiente y que debe ser acometida sin dilación.

José Antonio Virto

                                                                                                    TERUEL

“¿Europa?” (7-12-2016)

Esta semana comienza con otra mala noticia para los europeos, o mejor dicho para los que tenemos vocación de serlo. El resultado del referéndum por la reforma constitucional en Italia,  que se lleva por delante a su jefe de gobierno y refuerza a los partidos antieuropeístas italianos.

Son muchos ya los sucesos recientes y los indicios que muestran que la Unión Europea está en riesgo, y un riesgo grave, tan grave que puede llevarle a su desaparición.

Al “Brexit” inglés hay que sumar los importantes avances de los partidos, de derechas y de izquierdas, que propugnan una salida de la UE, e incluso de la OTAN, y que en el fondo significan una defensa de los nacionalismos y un aislamiento del exterior como defensa de los intereses nacionales y sociales propios.

Yo no soy experto en la materia, pero creo recordar que entre las causas ó motivos de la constitución de lo que finalmente ha terminado siendo la Unión Europea, fue el horror sentido a raíz de la segunda guerra mundial y el intento de unir a los países europeos para evitar discrepancias, competitividad y rencillas que pudiesen desembocar en otro terrible conflicto.

El sentimiento antieuropeísta cada vez más extendido pone de manifiesto que algo se está haciendo mal, que las políticas y decisiones de nuestros dirigentes no están en concordancia con los deseos de cada vez más ciudadanos y ello puede ser por muchas razones pero en definitiva suponen un divorcio entre los intereses de esas clases dirigentes y la situación y aspiraciones de los ciudadanos, que no puede conducir a nada bueno.

Dentro de ese divorcio se encuentra, por una parte, la política de inmigración europea que al parecer no es compartida por muchos ciudadanos y parecía estar dentro de las motivaciones que llevaron finalmente al triunfo del Brexit y que también parece estar colaborando al crecimiento de la ultraderecha europea, además de contar con el rechazo absoluto por parte de los países del antiguo bloque comunista. Por otra  las políticas de “recortes económicos” que parecen estar alimentando a su vez el rechazo a Europa dentro de la izquierda y que de alguna forma puede tener una correlación con la primera.

Europa puede y debe ser solidaria con el resto del mundo, pero no puede convertirse en el asilo de todos los refugiados y de todos los aspirantes a mejorar su calidad de vida, esto no es viable ni social ni económicamente y si además no se consigue una verdadera integración y se permite la aparición de auténticos guetos culturales y religiosos, antes ó después la explosión esta asegurada.

No sé si este rechazo estará ó no justificado y si responderá a un desconocimiento de la realidad por parte de la ciudadanía, pero no cabe duda de que sea cual sea el motivo, el riesgo de fracaso de la UE es muy grande y algo habrá que hacer y de forma muy urgente si se desea su supervivencia.

Seguro que existen más motivos que alimentan estos sentimientos y por ello es importante que se destinen recursos y esfuerzo a averiguar cuáles son y una vez conocidos corregir los errores.

Menos mirarse el ombligo con encuestas sobre resultados de los partidos y más encuestas e investigación sobre el sentir de la ciudadanía y sus demandas.

Son muchos los países que componen la Unión Europea, pero no todos son igual de relevantes. Inglaterra ya ha decidido abandonar el barco, en Austria poco ha faltado para el fracaso y si gana el sentimiento de rechazo en Italia primero y en Alemania y Francia después, que son países donde existe un riesgo cierto, poco se podrá hacer por evitar el desastre.

Así que señores políticos, “a la faena” que es mucha y urgente. Busquen soluciones y procuren explicarlas  más y mejor.

 

José Antonio Virto

                                                                                                                                                                                                                              TERUEL.

¡Echenique, Echenique…. ¡ (22-11-2016)

A estas alturas ya deben ser miles de aragoneses y españoles en general los que hayan visto la lección de historia que nuestro discutido Federico Jiménez Losantos, pero indiscutible aragonés, ha dedicado al Sr. Echenique.

Sin compartir las formas, que en mi querido Federico suelen pecar de poco moderadas, comparto plenamente el fondo como imagino lo hacen muchos de nuestros paisanos.

Reza el refrán que “quién no es agradecido, no es bien nacido” y en pocas ocasiones he visto a una persona que debiera seguirlo con mayor motivo que Pablo Echenique.

El mismo ha reconocido en muchas ocasiones, que su familia se trasladó a España por él y concretamente porque en Argentina, las posibilidades de que fuera atendido debidamente de su enfermedad  y, en consecuencia, pudiese sobrevivir eran muy reducidas.

Aquí se le acogió y se le dio acceso a un estado del bienestar y en concreto a una sanidad, ayudas y subvenciones, que los españoles que somos muy generosos brindamos a todo el mundo incluso antes que a nosotros mismos, pero que no hay que olvidar quien la ha hecho posible, y que aunque finalmente los inmigrantes puedan ó no contribuir al sostenimiento de ese estado del bienestar y en consecuencia adquirir derechos, al menos en el momento inicial solo la reciben por generosidad.

Por supuesto eso no significa que la reacción lógica deba ser aceptar sin más todo lo que aquí exista, renunciando a cambiarlo mejorándolo, pero sí debería conllevar un cariño y agradecimiento hacia el país y sus ciudadanos que motivase el rechazo a causar daños gratuitos e inventar procesos negativos y disgregadores.

En este país son muchos los que demonizan, en las épocas de bonanza, a los que crean y sostienen una economía necesaria para el mantenimiento del empleo y reclaman a esos mismos ese esfuerzo y responsabilidad, cuando llegan las vacas flacas.

Por todo ello tampoco se debe olvidar que no son precisamente “los perro-flautas” los que crean y sostienen ese estado del bienestar, aunque tengan todo el derecho a disfrutarlo, y se les debe colocar en el lugar que les corresponde, y si está enfadado, no discuto que puede que con motivo, por la grave enfermedad que le ha tocado sufrir, no vuelva su odio contra aquellos que le han tendido la mano.

Sobre los aragoneses que aplauden ó simplemente callan ante sus excentricidades mejor no hablar.

En resumen Sr. Echenique, independientemente de las ideologías, no es fomentando la división entre sus ciudadanos como se contribuye al crecimiento y bienestar en un país, ni mucho menos puede considerarse un pago aceptable de las ayudas recibidas y todo ello al margen de la falta total de fundamento que ya se ha encargado de explicarle magistralmente D. Federico Jiménez Losantos.

José Antonio Virto

                                                                                  TERUEL.