“¿Otra oportunidad?”(19-01-2017).

Parece que el ejecutivo aragonés, en su anteproyecto de presupuesto para 2017, contempla solo una inversión de poco más de un millón de euros para la construcción del nuevo hospital de Teruel.

Yo no sé si esto no será una nueva oportunidad que Dios, el azar, el destino ó lo que sea, nos da para enmendar lo que para algunos es un inmenso error, el sacar de la ciudad el hospital.

Son muchas las razones para atribuirle ese calificativo y paso a enumerar algunas de ellas.

La primera, y puede que la fundamental, es que no nos sobra el dinero y el hecho de abandonar las instalaciones actuales con muchos miles de metros cuadrados (casi 30.000 m2 de edificación), para realizar una construcción nueva, es en sí mismo un derroche, independientemente de que luego se trate de buscar un uso para dichas instalaciones antiguas.

En segundo lugar, se habla desde hace tiempo de la necesidad de sacar de su actual emplazamiento el campo de futbol, por el impacto negativo que tiene en esa zona y la imposibilidad de resolver los problemas de tráfico y aparcamiento que ocasiona.

Ese espacio podría destinarse perfectamente a esa ampliación de las actuales instalaciones sanitarias, el aparcamiento y otros servicios para las mismas y sobraría espacio para muchas ampliaciones más.

Con la inversión prevista en el nuevo hospital, y la creación de accesos al mismo, se podría tener un hospital mucho mejor  y más grande aprovechando y rehabilitando también lo que ya tenemos, además de la necesaria ampliación, pero sin renunciar a los 30.000 m2 ya existentes..

El emplazamiento elegido para su nueva ubicación presenta, según se ha manifestado en numerosas ocasiones, un riesgo sísmico importante por encontrarse sobre una falla del terreno, lo cual hace aún menos conveniente la ubicación prevista, a pesar de que se haya modificado el proyecto para contemplar este riesgo. No conozco las características exactas de la falla ni las previsiones del proyecto, pero es difícil evitar los daños de un terremoto cuando la edificación se encuentra sobre la propia falla como en este caso.

Se ha hablado alguna vez de que, por el hecho de ser un hospital comarcal, debería situarse cerca de las vías principales de circulación y acceso a la ciudad, como si el acceder al actual hospital hubiese producido alguna vez problemas, pero es que además, el acceso de ambulancias al hospital no tiene comparación con el problema que se crea para los usuarios habituales de edad elevada, que son muchos, para acceder a consulta en unos casos y para compañía de familiares hospitalizados en otros y que se verán obligados a desplazarse en autobús y cuando vuelven a casa, al final de la tarde y principio de la noche, esperar a ese autobús en un clima como el nuestro y en zonas poco transitadas, además de la poca rentabilidad de esa línea de autobuses que será necesario prever lo que conllevará que no haya muchos viajes a determinadas horas.

Se ha tomado como ejemplo lo que se realiza en muchas ciudades que no disponen de la posibilidad de ampliación de las instalaciones existentes, que no es nuestro caso.

Por todo ello pediría a nuestros políticos revisaran una vez más la decisión adoptada y se re-estudiara la posibilidad de rehabilitación y ampliación de nuestro actual hospital.

Creo que económica, técnica y socialmente sería muy aconsejable y los actuales retrasos lo hacen posible, además de que el resultado sería en mi opinión mucho mejor.

 

José Antonio Virto

                                                                                  TERUEL

“El precio de la estabilidad”(12-01-2017)

Se habla estos días de que el gobierno, ante la negativa tajante del PSOE a apoyar los presupuestos del estado, ha iniciado conversaciones con el PNV de cara a obtener su apoyo y conseguir la aprobación de los mismos.

Hasta ahí la cosa está bien y todo lo que sea llegar a consensos entre las distintas fuerzas políticas para llevar adelante cualquier iniciativa política ó económica debería suponer un avance en la convivencia para este país.

El problema surge cuando esos acuerdos, en lugar de obtenerse por una coincidencia sincera en los objetivos de las distintas fuerzas políticas, y consecuentemente de los ciudadanos, se obtienen por un “mercadeo” bien económico, bien político, que la mayor parte de las veces no está justificado y que los ciudadanos no logramos comprender ni compartir.

Se rumorea que entre las condiciones exigidas por el PNV para el apoyo a los presupuestos está el que el PP retire los recursos que tiene presentados ante el Tribunal Constitucional respecto de actuaciones y disposiciones de dicho partido que podrían vulnerar la Constitución y superar las competencias atribuidas en esta a la Comunidad Autónoma Vasca.

Si esto es así, nos encontramos nuevamente ante una situación de chantaje, no solo al Gobierno, sino a todos los ciudadanos, cuyas consecuencias van, en mi opinión, mucho más allá de lo que podría suponer no conseguir aprobar el presupuesto y tener que prorrogar los del año 2016, e incluso el tener que proceder, como amenazó el Sr. Rajoy, a convocar nuevas elecciones.

Estamos hablando de recursos de anticonstitucionalidad a actuaciones de un Ejecutivo Autonómico que, si son procedentes, en caso de retirarse darían firmeza a actos ilegales.

Muchos ciudadanos, yo entre ellos, estamos hartos ya de que se esté vulnerando la Constitución y modificándose por la vía de los “hechos consumados” y casi siempre además a favor de las comunidades autónomas más privilegiadas, como son Cataluña y País Vasco, mientras al resto de Comunidades se nos aplican las leyes con todo rigor y exactitud.

Este tipo de hechos, de llegar a producirse, deberían tener también consecuencias graves para el PP, ya que ó bien dichos recursos eran improcedentes y se plantearon solo como una forma de poner palos en las ruedas al ejecutivo vasco, lo que supone un mal uso de estas fórmulas legales, ó bien eran procedentes y no pueden ó no deben ser retirados en ningún caso, y menos como moneda de cambio para la consecución de otros objetivos de mucha menor relevancia.

Su responsabilidad ante los ciudadanos de todo el país debería disuadir a nuestros gobernantes de este tipo de actuaciones y cumplir plenamente el juramento que hacen al tomar posesión de los cargos y “jurar cumplir y hacer cumplir la Constitución como norma fundamental del estado” y no convertirla en un panfleto que solo se utiliza y se defiende cuando interesa al partido.

Un año sin cuentas aprobadas no es deseable pero es mucho menos grave que abrir la puerta a vulneraciones y modificaciones de nuestra Constitución por la vía de los hechos, en lugar de proceder a la modificación, si se estima necesaria, por los procedimientos legalmente establecidos y con efectos para todos y no solo para unos pocos.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL

“El gendarme mundial: E.E.U.U.” (03-01-2017)

Que Estados Unidos, y en consecuencia sus ciudadanos, han tenido tradicionalmente una mentalidad belicista es algo que resulta indudable, y lo corrobora el hecho de que de sus 240 años de existencia, más de 200 años ha estado inmerso en guerras de todo tipo.

Es posible que entre las causas de esta actitud se encuentre el propio origen de esa nación, pero atribuirles a ellos en exclusiva las causas de que se hayan convertido en el gendarme mundial no es en mi opinión justo, ya que el resto de países occidentales tienen mucha responsabilidad en ello.

A los europeos les ha venido muy bien esa belicosidad de los estadounidenses y en unos casos por necesidad, sin su ayuda el desenlace de las dos grandes guerras podría haber sido muy distinto,  y en otros por comodidad y falta de la necesaria unidad de criterio, como en el caso de los Balcanes entre otros, han potenciado y aplaudido su intervención, también porque con ello se “ahorraban” unos gastos muy importantes, como lo son los de cualquier intervención militar, por pequeña que sea.

De esta forma, los Estados Unidos se han arrobado un papel de garantes del actual equilibrio mundial frente a Rusia, la otra gran potencia durante sus años de esplendor, y a los movimientos políticos satélites de esta, que han ido emergiendo en numerosos países.

Pero precisamente por ese papel de gendarmes mundiales que entre todos hemos posibilitado, no es bueno que en algunos momentos se eche en falta una carencia de energía y de determinación para el cumplimiento de esas funciones y eso es lo que sucede cuando la persona que accede a la presidencia de ese país no tiene asumido su verdadero papel en el panorama político mundial.

Pasó ya con Jimmy Carter, que fue elegido como sucesor de Gerard Ford, aunque en realidad lo hacía como sucesor de Richard Nixon, con los escándalos de Watergate en la memoria de los ciudadanos y como contrapunto de estos y de una política demasiado intervencionista tutelada por su famosísimo secretario de estado Henry Kissinger.

La opinión de los expertos es casi unánime en que no se puede descartar ni el “buenismo” de este ni su falta de aptitud para ser presidente lo que motivó que, abusando de su antibelicismo, se produjeran en el mundo innumerables conflictos locales, entre los que destacan los sucesos en Irán y el secuestro del personal diplomático de Estados Unidos, algo impensable anteriormente.

Ahora que el presidente Obama se encuentra “en funciones” parece que algunos comentaristas políticos se atreven a cuestionar su labor y gestión de gobierno y ponen de manifiesto lo que, por acción u omisión, no estiman precisamente como muy acertado y califican incluso de fracaso.

Este presidente llegó como sucesor de George Bush y su guerra de Irak, lo que sumado al hecho de que era el primer presidente negro de un país donde el racismo está todavía muy presente, le granjeó las simpatías de una gran parte de los ciudadanos de todo el mundo, hasta el  punto de que se le otorgó el premio nobel de la paz, por sus promesas y no por sus hechos.

Ahora, transcurridos 8 años de presidencia parece quedar patente el incumplimiento de gran parte de sus promesas, y como despedida deja la apertura de una crisis diplomática con Rusia, un mes antes de abandonar la Casa Blanca, que no digo que no esté justificada pero que es una decisión que en este momento correspondía adoptar a su sucesor y no a él.

Pero es que, en mi opinión, nuevamente ese “buenismo” y “antibelicismo” del presidente del país que tiene encomendado ejercer de gendarme, ha contribuido a la inestabilidad mundial que ahora vivimos, desde el apoyo a una “primavera árabe”, necesaria pero prematura por una falta de preparación previa suficiente de los ciudadanos de esos países, a la aparición del Estado Islámico, en la que en mi opinión hay  unos errores importantes de omisión de todos los países de occidente, pero de Estados Unidos de forma más relevante, por esa carencia de un liderazgo y determinación claros.

A Jimmy Carter le sucedió Ronald Reagan que, cuestionado en un principio, resultó ser, en opinión de muchos analistas, un buen presidente. A Obama le sucede Trump, igualmente muy cuestionado por todos  y que ojalá nos haga reconocer otro error de pronóstico dentro de unos años.

Si los europeos no queremos a los E.E.U.U. como gendarme deberemos asumir nuestras obligaciones y responsabilidades lo antes posible.

José Antonio Virto

                                                                                                TERUEL

 

 

“La paja en ojo ajeno …” (7-1-2017)

Si. Es cierto y a todos nos ocurre: Vemos antes la paja en ojo ajeno que la viga en el propio y además tendemos a justificar más nuestros errores que los ajenos.

Esta reflexión la hago a raíz de las noticias que nos llegan desde el otro lado del “charco” respecto de la derogación de las reformas sanitarias promovidas por Obama, entre otras, en cuanto Donald Trump llegue a la Casa Blanca.

Imagino que serán pocos los ciudadanos de este país los que no vean con horror esta medida y cuestionarán la conveniencia de anular, sin más, unas disposiciones que han pretendido mejorar la atención sanitaria de millones de personas que carecen de los medios económicos necesarios para ello. Seguro que las leyes aprobadas por Obama tienen fallos, pero antes que la simple derogación hay que optar por la revisión y mejora, sobre todo cuando afectan a servicios sociales a los más necesitados.

Pues bien, de esa mayoría o casi totalidad de ciudadanos españoles que rechazan esa actuación, muchos de ellos están dispuestos a apoyar algo parecido en este país e incluso se lo exigen a los partidos a los que han votado.

Son muchas las leyes aprobadas por el P.P. en la legislatura anterior que los partidos de la oposición pretenden derogar, entre las que destaca la tan traída y llevada Reforma Laboral, y al igual que en el caso de Trump, no se opta por una revisión y mejora, sino simple y llanamente su derogación y ello a pesar de la opinión generalizada entre nuestros socios europeos y otros países de nuestro entorno que la consideran positiva  e incluso pretenden copiarla en todo o en parte.

Imagino que muchos de nuestros vecinos mostrarán la misma sorpresa ante esas iniciativas que nosotros ante las de Trump y no entenderán el salto al vacío que supone el volver a leyes vigentes en los momentos más nefastos que hemos sufrido, al menos recientemente.

Yo personalmente pienso que, como todas las leyes, estas serán mejorables y apoyo una revisión en detalle de las mismas pero, con honestidad y sentido práctico, sin renunciar a aquello que nos ha aportado resultados positivos y desde luego, sin buscar de manera prioritaria una devolución del protagonismo a unos sindicatos, como parece estar detrás de las intenciones de algunos, que poco o nada han hecho por merecerlo, que se han mantenido, y aún se mantienen, a base de  subvenciones, al igual que las organizaciones empresariales, sin necesitar de sus afiliados más que el número, para optar a un puesto mejor en la mesa de negociación. Si han perdido protagonismo es fundamentalmente porque los trabajadores no les encuentran la utilidad necesaria y no ven más que un grupo de privilegiados que están liberados de su trabajo en la empresa y solo sirven para acudir a las manifestaciones, ¡Y no siempre!

No estoy diciendo que los sindicatos y las organizaciones empresariales no sean necesarios, sino que no deben justificar su existencia en base a las leyes ni a las subvenciones, sino a su utilidad y afiliaciones y depender en todo momento de ellos, de sus afiliados,  y responder ante ellos de sus actos, incluso con ceses y dimisiones.

Esperemos que el sentido común se imponga por encima de los populismos y de los intereses particulares y se acometan las reformas necesarias de forma razonable y práctica. Lo que desde luego no es razonable ni progresista es la vuelta atrás, sin más.

 

José Antonio Virto

                                                                                              TERUEL