Hoy me siento triste y avergonzado y es, ni más ni menos, que por la actitud que todos los ciudadanos de este país, ¡¡¡todos los ciudadanos!!!, tenemos con la Guardia Civil, unos por acción y otros por omisión.
Resulta que según las encuestas es una de la instituciones más valoradas y apreciadas salvo por independentistas, terroristas, delincuentes, ocupas y esa nueva clase que prolifera cada vez más que es la de los tontos esféricos con aires progresistas, que como la mala hierba amenaza con invadirlo todo.
Otra vez la múltiple vara de medir. Consideramos inaceptables algunas condiciones laborables en muchos trabajos, que no vale la pena comentar ahora y pretendemos considerar normal y una obligación el que los guardias civiles, encargados de vigilar y guardar nuestras fronteras, reciban agresiones y ataques, incluso con cal viva y artefactos incendiarios, sin inmutarse y sin responder de forma alguna, si no quieren ser objeto de sanciones disciplinarias y de la crítica feroz de esta «patulea» que nos inunda.
¿Donde estamos los ciudadanos que se supone apoyamos a esta institución y a sus miembros por la labor tan importante e impagable que realizan a diario?
¿Se realizan continuamente manifestaciones por motivos más nimios y no somos capaces de manifestarnos en su apoyo y como muestra, a las autoridades y a esa patulea, de que muchos ciudadanos no estamos dispuestos a permitir que los traten y se comporten con ellos de cualquier manera?
Y ahí está el ministro del interior que parece que su única preocupación es que los inmigrantes que han agredido a los agentes lo tengan más fácil y seguro y para ello va a suprimir la «concertinas».
Este Grande Marlaska, que también estaba entre los ministros de reconocido prestigio, ¿era ya así o ha mutado desde que fue nombrado ministro por ese que quita a la Guardia Civil y la bandera de España de la Moncloa cuando van los separatistas para no molestarlos?
Hay un viejo dicho que reza así. «A una cabra no debes acercarte por delante, a una mula por detrás y a un tonto por ningún sitio.»
El problema es que son ellos los que se nos acercan y nos están rodeando.

