No corren buenos tiempos para Europa.
Inglaterra trata de encontrar el final del túnel en el Brexit y en el camino todo parece indicar que su primera ministra puede verse obligada a dimitir presionada por su propio partido, sin que esté todavía claro si definitivamente habrá o no Brexit y con qué reglas.
Merkel, cansada ya de su labor de gobierno y de ser el centro de ataques de propios y ajenos, ha anunciado su retirada de la escena política y se abre un vacío muy importante en la «regencia» de Alemania y de la UE.
Macrón, con su índice más bajo de popularidad desde que desembarcó en la escena política, pasa por momentos difíciles presionado por el movimiento «Chalecos amarillos» y su rechazo a la excesiva presión fiscal de su gobierno.
La situación de Italia, con un gobierno decidido a incumplir las reglas económicas del grupo, no resulta de mucha ayuda.
De España y Pedro Sánchez con Pablo Iglesias, sin que se sepa quién es el adlater de quien, y ambos dispuestos a incumplir los objetivos económicos comunes, y un estado de autentico desgobierno interno, mejor no hablar.
Así las cosas, con estos problemas en los principales países que la conforman y en el que fue uno de sus miembros relevantes, no se puede ser muy optimista.
Hay quien dice que no son ajenos, aunque de forma velada, ni Trump ni Putin, interesados ambos en que no exista una Europa fuerte que pueda ser un estorbo para sus políticas imperialistas.
El hecho es que para todos aquellos que de verdad tenemos una vocación europeista y de mayor alcance, al menos yo, con un avance real en la unión de los países, de sus políticas incluso de sus gobiernos, la situación es bastante preocupante y deberíamos trabajar y presionar a nuestros políticos para que no descuidaran, con riesgo de pérdida, lo que tanto tiempo y esfuerzo ha costado construir y tratar de convencer a los escépticos de que las aventuras y supervivencia en solitario ya no son posibles. No en una economía globalizada como la que existe hoy en día en el mundo.
Pero, eso si, también es necesario reconocer y corregir muchos errores que han contribuido a llevarnos a esta situación y al escepticismo y la oposición de muchos ciudadanos.


